Una nueva ruta turística indaga en el pasado ballenero de Galicia, descubriéndonos la pesca de cetáceos en la comunidad, que fue una de las más activas de toda España.

Hace apenas unos días, el animal más grande de la tierra, la ballena azul, se dejó ver por las costas gallegas, un hecho que sorprendió a los expertos por no existir registros de su presencia en aguas gallegas. Se abrieron entonces multitud de hipótesis sobre este fenómeno.

Faro de Estaca de Bares

Pero el tránsito de cetáceos por Galicia no es algo puntual. De hecho, los gallegos de la costa norte podría haber escrito cientos de historias como la de Moby Dick debido a su dilatada experiencia en la caza de ballenas. Documentos escritos remontan al siglo XIII esta actividad, que en los siglos posteriores tendría un gran apogeo hasta su parón en el siglo XVIII debido a la sobrepesca.

El siglo XX volvió a resurgir la industria ballenera hasta su desaparición total al final del milenio por la mayor concienciación de la población. Los arpones quedaban como vestigios de un pasado de marineros intrépidos y de una industria todavía poco conocida. Por eso, una nueva ruta turística, creada por el proyecto ‘Galicia Norte, Mares de Experiencias’ y que se presentó el pasado 24 de noviembre, redescubre la tradición ballenera de 8 puertos entre Ferrol y Ribadeo.

Cabo Prior (Ferrol)

El puerto de Prioiro, muy cerca de Cabo Prior (Ferrol), es el lugar en el que se documenta la primera noticia de un puerto ballenero en Galicia y se remonta hasta 1288. En él, el rey Sancho IV de Castilla salvaguarda el derecho del monasterio de Sobrado a percibir el diezmo de ballenaje que le correspondía a este puerto.

Puerto de Bares (Mañón)

En la playa de Bares se encontró una gran cantidad de restos de cetáceos en el siglo XIII, época en la que la caza de ballenas se generalizó en el litoral cantábrico y que convirtió a Bares en un puerto refugio para los barcos balleneros.

Isla Coelleira (O Vicedo)

En el siglo XVII se utilizaba esta isla como atalaya en la pesca de ballenas, sobre todo por pescadores vascos, hasta que el obispado de Mondoñedo lo prohibió. Actualmente la isla es zona de tránsito de numerosas especies de aves migratorias, que anidan en la isla (hay más de 15.000 nidos). Este enclave y el paisaje salvaje del entorno se pueden observar desde el faro de Punta Roncadoira.

Portiño de Morás (Xove)

Entre los años 60 y 70 del siglo XX, en este puerto había una factoría con capacidad de producción de 2.000 toneladas de aceite ballena. En el muelle, desde el que era transportado el animal procedente del barco ballenero, comenzaba todo el proceso.

Puerto de San Cibrao (Cervo)

El Museo del Mar de San Cibrao es el único situado en un puerto ballenero y recuerda el pasado de esta actividad en los muelles de Burela y San Cibrao, a donde llegaban unas 30 ballenas anuales. En el museo se muestran restos óseos únicos en el mundo de estos cetáceos, algunos de los cuales datan del siglo XVIII e incluso antes. Además, es uno de los museos referentes en España en su sector.

Puerto de Burela

La pesca de las ballenas fue una de las actividades económicas más importantes de Burela hasta el siglo XVIII, convirtiéndose en una industria que abastecía de aceite o “saín” al mercado regional. Su mar bravo era atractivo para los cetáceos.

Puerto de Foz

Entre los siglos XVII y XVIII se extendió la pesca de la ballena a los puertos de Nois y Rego de Foz y a los de Porto Vello, Foz y Cangas de Foz. Se erigió como una importante industria y en esta zona operaba uno de los mayores astilleros de Galicia.

Puerto de Rinlo (Ribadeo)

En 1905, este pueblo que siempre vivió de la pesca construyó un pequeño puerto de donde partían expediciones de balleneros y también fue aquí donde se construyeron, en 1904, las que probablemente fuesen las primeras cetareas naturales de España.